¡El Vitalmonitor mide cómo afecta la nutrición al organismo! Por fin llegó el Día de la Madre: la temporada de barbacoas ha comenzado oficialmente. Ahora podemos esperar otros meses maravillosos de sabrosa panceta de cerdo, patatas asadas, baguettes de mantequilla con hierbas, ensalada griega y mucho más. En mi caso, el énfasis no es sólo en "mucho más"... Como el deporte y la nutrición van de la mano y ambos influyen en la forma física y mental, aproveché el comienzo culinario del verano para hacer una pequeña serie de pruebas. Desde hace unos días, compruebo regularmente mi estado de regeneración, mi frecuencia cardíaca en reposo y mi nivel de estrés antes y después de las comidas con el Vitalmonitor. Como persona propensa a la nubosidad anímica masiva ("Hungergrant") cuando se sufre hipoglucemia, opinaba que mis valores antes de comer no serían ciertamente los mejores. También suponía que comer -como todos sabemos- exige mucho del cuerpo. Sin embargo, ¡nunca me habría imaginado el esfuerzo que supone comer y digerir los alimentos! Y ni siquiera estamos hablando de una grasienta panceta de cerdo recién salida de la barbacoa seguida de la tarta del Día de la Madre con nata. Resulta que incluso un desayuno de dos rebanadas de pan, una manzana y una taza de té de hierbas supone un enorme desafío para el organismo. Las dos mediciones, que solían tener una diferencia de 30-45 minutos, diferían significativamente: por la mañana, por ejemplo, la regeneración bajó del 99% al 36%, mientras que la frecuencia cardiaca en reposo subió de 62 a 84 y el estrés de 0 a 89. Los resultados fueron similares durante la pausa del almuerzo y por la noche, con la excepción de las noches en las que sólo se comió un yogur o una fruta en lugar de una comida completa. Básicamente, no pude reconocer ninguna diferencia en cuanto a la hora del día y la comida. Es muy posible que se pueda hacer una distinción en relación con el tiempo que el cuerpo necesita para digerir o ponerse en marcha de nuevo después de una comida. Si le interesa, podría ampliar el estudio y realizar mediciones adicionales a determinados intervalos después de comer para averiguar qué alimentos suponen un menor esfuerzo para el organismo. Ciertamente, no todos los cuerpos reaccionan de la misma manera. Pero ahora sé una cosa: El coma de sopa definitivamente existe.
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